En el campo de políticas de prevención de los consumos de drogas, se puede denotar una carencia en cuanto a programas realizados desde la perspectiva de género. Es por ello, que en la presente declaración se pretende reflexionar sobre la importancia de mantener una línea de investigación e intervención social que contenga un enfoque transversal del género. Asimismo se prestará especial atención al rol de las mujeres en la situación actual del mundo cannábico.
Desde la Antropología Social y Cultural la cuestión de los sistemas de género ha sido un campo clásico de investigación. Vienen a ser las principales aportaciones de la Antropología Feminista que en su intención de entender los sistemas organizativos del género de forma transcultural, derivaron con el esfuerzo académico por deslegitimizar el sistema de patriarcado. Este sistema supone una dominación social de los hombres sobre las mujeres, apoyándose en teorías biológicas deterministas que sitúan las funciones sociales de las mujeres por sus “condiciones naturales”. En esta línea son ejemplares los trabajos de las autoras Michelle Rosaldo, Henrietta Moore, Marta Lamas, Lila Abu-Lughod y Verena Stolcke. Ellas son, entre otras, las protagonistas de esta corriente académica.
Los estudios indican que las mujeres históricamente, dentro de los sistemas patriarcales, cumplen la función social de la responsabilidad en el hogar y cuidados familiares. La participación activa en la cultura y organización política quedan lejos del alcance femenino, ya que son funciones asociadas al sexo opuesto; de esta manera la visibilidad de mujeres en instituciones públicas es impensable.
Gracias a la presión ejercida durante el siglo XX con fuertes reivindicaciones sociales y esfuerzos académicos por desacreditar las teorías legitimadoras del patriarcado han sucedido cambios sociales significativos en cuanto al empoderamiento de la mujer; los más destacados han sido el acceso de la mujer al mercado laboral, el sufragio femenino, la legalización del divorcio, la legalización del aborto y la inclusión de las mujeres en instituciones públicas. Todos ellos han sido cambios progresivos que a ojos de los sistemas democráticos occidentales representan un logro en cuanto a la igualdad de género. Pero es evidente que aún queda mucho trabajo por hacer -a pesar del orgullo de algunos- y los estudios antropológicos que se ocupan de la variable cultural del género nos pueden ayudar a avanzar en su entendimiento.
En el mundo de las drogas las pautas de comportamiento cultural en función del género también se dejan ver; aunque no estén generalizadas, existen bastantes investigaciones sociales que se han dedicado a estudiar la relación transversal entre el género y los consumos. Romo y Pérez (2013), Martínez (2009), Romo (2001) y Ettorre (1998) son algunos ejemplos de trabajos en esta línea. También sirven de muestra los trabajos realizados desde el Observatorio Etnográfico de Drogas, ya que las diferencias por género han sido una variable importante y transversal en los estudios de campo.
Algunas de las observaciones del Observatorio, hasta el último informe del año 2010, han sido que las mujeres aparecen más prudentes en los consumos, haciendo un uso restringido y controlado, a excepción del tabaco el cual consumen en mayor medida ellas que los hombres. Culturalmente se les acuña el papel de cuidadoras, por lo que cuando aparecen problemas en contextos festivos con los consumos ellas juegan dicho rol. Asimismo la implicación de las mujeres en el mercado negro ha sido casi inexistente, muy reducida. Por otro lado, tienen más restricciones familiares, salen menos y los horarios de retorno a casa son más reducidos que el de los hombres. Las mujeres, por lo tanto, son más receptivas a las actuaciones preventivas. (Martínez Oró, Pallarés, Espluga, Barruti y Canales, 2010: 60-61).
Si tenemos en cuenta estas apreciaciones un error el cual creemos que deberíamos evitar es que la función de la mujer en el mundo cannábico actual perpetúe dicho rol diferencial. Pero lamentablemente el panorama actual del mundo cannábico internacional parece que tiende a sexualizarse, pues se puede observar como el cuerpo de la mujer es comercializado en la creciente industria del cannabis.
Un ejemplo de la sexualización lo encontramos en la celebración de la feria internacional Spannabis en Cornellà el pasado mes de marzo. En esta feria internacional de cannabis participaban empresas nacionales e internacionales, y algunas de ellas a modo de estrategia comercial prestaban el servicio de mujeres ligeras de ropa para captar la atención. Es un indicador que el público al que iban dirigido era masculino y de esta manera se ofendía a las usuarias y las cultivadoras asistentes.
Pensamos que el entendimiento del rol de la mujer en los consumos de cannabis debería resignificarse, sobre todo en el actual contexto de cambios sociales con el proceso de la regulación del consumo de cannabis.
La Antropología cada vez más se hace necesaria para entender los significados culturales de los consumos de drogas desde una perspectiva relativista. Es por ello que proponemos una línea de investigación que trabaje cualitativamente con las mujeres usuarias con el fin de darles visibilidad y que puedan obtener reconocimiento en su entorno social. Nos parece imprescindible detallar todas aquellas variables necesarias para entender el complejo entramado sociocultural de los consumos en las mujeres para comprender los elementos diferenciantes. Línea de investigación que permita que una vez constatados los componentes simbólicos del fenómeno se puedan proponer intervenciones eficaces.
Para ello sería necesario la complementación de metodologías cuantitativas con extensos trabajos de campo que aporten una perspectiva holística. Asimismo, sería igual de necesario debatir de forma transdisciplinar las observaciones y resultados obtenidos para el entendimiento del fenómeno en su totalidad.
En este sentido primaría la intervención en los contextos de los Clubes Sociales de Cannabis (CSC), ya que actualmente se están extendiendo y recogen la realidad social de los consumos de marihuana. A día de hoy se estiman unos 700 clubes en España, espacios asociativos privados donde se produce un cultivo compartido de cannabis entre los socios (previamente consumidores) para abastecerse. En estos contextos también parece estar generalizándose la tendencia a que las mujeres hagan un uso menos recreativo de los clubes en términos sociales.
De esta forma en la línea de investigación propuesta, urge de igual manera realizar etnografías en los CSC por tal de determinar cuáles son las razones por las que el uso recreativo del espacio es menos frecuente por parte del sexo femenino.
Marta Gálvez Bermejo. Antropóloga Social y Cultural.
Referencias bibliográficas:
Ettorre E. (1998) Mujeres y alcohol ¿Placer privado o problema público? Barcelona, Narcea.
Martínez Oró DP, Pallarés J, Barruti M, Espluga J, Canales G. (2010) Informe 2009. Observatori de nous consums de drogues en l’àmbit juvenil. Barcelona, Fundación Genus.
Martínez P. (2009) Extrañandonos de lo “normal”. Reflexiones feministas para la intervención con mujeres drogodependientes, horas y HORAS, Madrid.
Romo N. (2001) Mujeres y drogas de síntesis. Género y riesgo en la cultura del baile. San Sebastián, Tercera Prensa.
Romo N, Pérez N. (2013) “¿Las chicas también arriesgan?”, en Martínez Oró DP y Pallarés J. (eds.), De riesgos y placeres. Manual para entender las drogas, Milenio, Lleida, pp. 139-250.